Ritchie también quiere empuñar la espada de Arturo y, tratando de hacer algo diferente, lo único que logra es armar un tremendo hibrido, sólo por momentos divertido, ya que el film se toma a sí mismo más en serio de lo que hace falta.
Tiene un ritmo propio, con sólida fluidez narrativa y climas ominosos que no se parecen en nada a la típica película de terror actual, pero que tal vez justamente por eso resulta atractivo.
Es una especie de tren fantasma de lujo donde director y guionista repasan todos los condimentos del género en una de las películas de terror mejor filmadas de los últimos tiempos.
Sin superar al clásico de Tobe Hooper, esta nueva versión ofrece más acción sobrenatural y detalles más siniestros, algunos verdaderamente horripilantes, que pueden hacer saltar al espectador de su butaca.
Se queda muy corta en sustos y da la sensación de que sobran varias escenas donde ocurre poco, insertadas quizá para estirar la duración, detalle que no es el único que hace notar el bajo presupuesto utilizado sin demasiado ingenio.
Repleto de gags escatológicos, '¿Y dónde está el fantasma?' resulta más efectivo si se tiene conocimiento de las películas de terror que parodia, algo que se espera del público adolescente al que está dirigido.
Empieza como una película de fantasmas, pero esconde una vuelta de tuerca realmente original que le da un toque sorpresivo al film, además de potenciar su fuerte suspenso en una serie de escenas intensas e imprevisibles.
Casi cada elemento que el director trata de aportar al guión para darle algún giro nuevo al argumento original implica pérdida de ritmo y gags flojos que simplemente van liquidando las posibilidades.
Aunque en 'Una noche en el museo 3' hay situaciones bastante calcadas de las dos películas anteriores, no por eso son menos eficaces. Además, cuenta con el último trabajo de Robin Williams.