El estilo sobrio de Bergman, junto con su dominio de los primeros planos, los fundidos a rojo y una banda sonora que evoca el tic-tac del reloj, el susurro de los vestidos y los llantos, otorgan al filme un efecto hipnótico.
Generando humor e interés humano de lo que podrían parecer situaciones poco importantes, impresiona más por las sobresalientes caracterizaciones de Margaret Sullavan y James Stewart.
El diálogo se destaca por su agilidad, lo que contribuye a un humor efectivo. Además, el elenco es excepcional, logrando que cada personaje se convierta en una caricatura de sí mismo.
Los productores, quizás inseguros sobre la calidad de los efectos visuales o la banda sonora, decidieron centrarse de manera intensa en la evolución de los personajes.