Un sensacional festival de salpicaduras que no sólo ofrece algunos de los efectos especiales más impresionantes e intensos del género, sino también un crudo y pesimista ataque al consumismo moderno.
Proyas se enfoca tanto en su representación sombría de la ciudad que pierde de vista la necesidad de un argumento sólido. Sin embargo, la película se sostiene gracias a su impresionante estilo artístico.
Esta adaptación está marcada por un tono excesivamente reverente. Polanski no logra reflejar la frustración hacia las condiciones sociales que motivaron a Dickens en su obra.