El equipo creativo y el soberbio reparto tratan el tema con la seriedad y la elegancia que merece, además de narrar un infierno de historia al mismo tiempo.
Es más interesante al analizar cómo ha evolucionado la televisión en los 21 años transcurridos desde 'Gilmore Girls'. Puede que sea tan satisfactoria como aquella.
Al pasar del cine a la televisión, pocos demuestran tener el ojo y el oído que tiene Guadagnino, lo que hace que la naturaleza voyeurística de la narración sea más envolvente que indulgente.
Es lo suficientemente aguda como para justificar la continuidad de la serie. Sin embargo, es difícil no preguntarse qué habría pasado si White hubiera aprovechado más el jugo de la primera temporada.
La dimensión sentimental de la serie, junto con la fuerza de la mayoría de las actuaciones, resulta contagiosa y permite que los defectos de 'Hollywood' sean perdonables.