'Harry Potter and the Deathly Hallows: Part 2' es el épico y apasionante cierre que merece la saga. El trabajo de conversión al 3-D es el mejor que he visto.
El guión de Eric Darnell y Noah Baumbach presenta diálogos ágiles y chistes de notable ingenio creativo, aunque avanza a un ritmo tan vertiginoso que es probable que te pierdas muchos de ellos.
El director Randall Wallace ha conseguido algo cercano a lo imposible, infundiendo tensión y suspense genuinos en una narración cuyo final conocemos todos.
Es predecible pero aun así verla es una delicia. Cuenta un relato de amor, comunidad y redención de un modo melodramático y con la auténtica convicción de la fe en el poder transcendental de la música.
No hace el esfuerzo de ofrecer una representación completa o siquiera ligeramente auténtica de la resistencia en las zonas rurales de Francia al final de la Segunda Guerra Mundial.
Es una obra que se reconoce a sí misma como un producto sin valor, pero que, desde una perspectiva posmoderna, investiga y honra la esencia misma de lo que implica ser considerado desecho. Sin embargo, eso no la hace menos repugnante.
Cuando termina, este documental se convierte en un poderoso testimonio de la extraordinaria valentía humana, destacándose como una de las historias más emotivas e intrigantes presentadas en el año.