Estamos frente a una cinta llena de acción, momentos memorables, secuencias entrañables y una alta dosis de aventura y emoción. Se convierte en una mezcla de lo mejor de todo el universo fílmico de Star Wars.
El guion de Todd Komarnicki se esfuerza, aunque sin éxito, en convertir a la NTSB en el villano que falta para construir el drama adecuado en este tipo de películas. Esto provoca que la cinta pierda credibilidad y nos conduzca hacia un desenlace carente de la emotividad que caracteriza al género.
Joel Edgerton logra transmitir un mensaje sumamente poderoso que no debemos olvidar: ninguna religión ni creencia debe estar por encima de la libertad del otro. Nadie debe forzar a otro a vivir una vida que no desea.
Una cinta entrañable, divertida y con varios mensajes que le tocan el corazón a su audiencia y que corroboran ese talento particular de los franceses de hacer.
En esta mezcla de géneros cinematográficos se experimentan estremecimiento, angustia, humor y, especialmente, una profunda empatía hacia los personajes. La película no emite juicios sobre el agandalle ni sobre la enajenación privilegiada.
En un subgénero que ha agotado muchas de sus posibilidades, esta obra se arriesga al prescindir del temor de ser acechado por zombies. En su lugar, se adentra en el inquietante sentimiento de la soledad en un mundo postapocalíptico, lo que la convierte en una experiencia única.
El segundo largometraje de Rigoberto Perezcano es un thriller excepcional, con un desenlace sumamente emocionante. Esta película es realmente recomendable.