El primer largometraje del joven cineasta belga Leonardo van Dijl pinta un retrato íntimo y brillantemente ejecutado de una joven atleta enfrentada a una dolorosa decisión.
Gracias a una dirección sobria y serena se erige como una valiosa película sobre el papel que desempeñan los seres queridos en las historias de violencia sexual y abuso infantil.
Un retrato sorprendente, inflexible pero, sobre todo, imparcial, de un hombre joven que sufre y está plagado de demonios, situando al espectador en los zapatos de un pedófilo, sin el menor indicio de sensacionalismo.
En conjunto, la película cuenta una historia bastante sencilla de amor y deseo, sostenida por sus dos jóvenes actores, Khalil Gharbia y Julien de Saint Jean, que sorprenden por su gracia e intensidad.
Un primer largometraje sencillo y conmovedor. Zelda Samson aporta su burbujeante energía a Dalva, una niña frustrada que finalmente tiene la oportunidad de explorar la adolescencia por su cuenta.
Daniela Marín Navarro logra transmitir su pasión y su mirada penetrante a Eva, presentando a una heroína obstinada y cautivadora. Por su parte, Reinaldo Amien Gutiérrez captura de manera excepcional la ambigüedad del personaje de Palomo.
Los hermanos Dardenne regresan a las bases de su cine, presentando un retrato sincero de un niño atrapado en el torbellino de la radicalización religiosa.
Stassen y Degruson ofrecen entretenimiento familiar con una cuidada realización, logrando una película que está perfectamente sintonizada con el espíritu de nuestros tiempos.
La estética es inevitablemente vistosa y extravagante, pero es fiel a la decadencia de la época y la energía de todos los actores beneficia al conjunto del filme.
Baloji presenta un debut impresionante y visualmente cautivador que explora los destinos entrelazados de cuatro almas desterradas en un África ultra-moderna.
Un profundo retrato político y social, presentando una comedia humana que enfrenta a la sociedad francesa con sus divisiones y contradicciones. La directora presenta una narrativa épica, lírica y contemporánea.
La dirección de Mielants es firme y, en ocasiones, se inclina hacia lo grotesco, sin apartarse de la oscura realidad de la época. En ciertos momentos, utiliza elementos sombríos que evocan el caos que se vive.
Ben Stassen y Vincent Kesteloot demuestran su habilidad para crear una obra entretenida. La película es vibrante y seguramente complacerá a un público joven.
La percepción de los multimillonarios ha cambiado por completo con la llegada de los grandes de la tecnología. Este héroe debía adaptarse para no caer de su alta posición.