Una película adolescente ingeniosa, destacando la encantadora actuación de Tom Holland. Lo positivo de 'Spider-Man: Homecoming' es que se presenta como una obra de entretenimiento relativamente autosuficiente.
Un viaje demasiado largo por los caminos de la memoria que se podría haber hecho eliminando algunas paradas. Pero es un dulce trayecto de vuelta, a veces increíblemente adorable.
La frágil dinámica materno-filial resulta incómoda y creíble. Moore y Wolfhard ponen todo de su parte, pero hay falta de desarrollo en la definición de los personajes.
Es una película convencional en muchos sentidos, pero construye de forma efectiva un clímax final emotivo en un acto de impresionante ingenio que es difícil de negar.
Es un ejercicio admirablemente original e introspectivo. Sin embargo, como película, sólo funciona a medias y no es tan envolvente ni tan estimulante como seguramente lo sea para LaBeouf.
No debería sorprender que en 2019 se presenten a dos jóvenes conversando abiertamente sobre sexo, pero los diálogos poseen una crudeza y naturalidad que resultan verdaderamente revolucionarias.
Szumowska demuestra ser un director con una fuerte confianza en su visión estética, logrando crear escenas realmente hermosas. Sin embargo, esta película parece estar constantemente en peligro de ser más enfocada en el estilo que en la sustancia.
La fórmula habitual de una película de instituto se ve enriquecida por la calidez, el humor y la delicadeza que abordan los desafíos de ser un adolescente gay.
En muchos aspectos, esta historia se presenta como menor y casi mundana, optando por un desenlace que prioriza lo pequeño sobre lo grandioso, pero resulta ser lo suficientemente relevante.
Charlize Theron y Javier Bardem presentan las interpretaciones más débiles de su trayectoria. La película no trata sobre Sean Penn ayudando a los demás, sino que se centra en su deseo de ser visto como alguien que ayuda.