Lo que mejor logran transmitir el director novato Thomas Langmann y su co-director Frederic Forestier es una sensación de espectáculo. Sin embargo, la película adolece de un ritmo adecuado.
La comedia de boulevard parisina se inclina por lo seguro y lo poco exigente, y muchas de estas características, incluyendo diálogos cómicos generalmente poco ingeniosos, son comunes en la adaptación de la obra de Calbérac del escenario al cine.
La riqueza de sus temas puede resultar fascinante para algunos, mientras que para otros puede ser desconcertante. Esta dualidad también se refleja en su humor.
Técnicamente, logra acertar con las recreaciones del París bajo ocupación. Salomé dirige con determinación y, a pesar de sus aspectos simples, logra que la audiencia se relacione con estas mujeres.