Lo mejor de ella es que logra contar una compleja historia financiera con mucho humor y contexto, de una manera en la que no demoniza a sus varias facciones.
Ni tan absurda como 'Police Squad' ni tan graciosa como 'Barney Miller', 'Brooklyn' se queda en tierra de nadie dentro del género de la comedia, ofreciendo un tono irreverente, aparentemente diseñado para gustar y disgustar a la gente a partes iguales.
Mientras que los excesos y anacronismos de Guy Ritchie, incluyendo múltiples explosiones, se mantienen, en esta segunda entrega de Sherlock Holmes hay elementos que resultan considerablemente más satisfactorios.
Una película que es más de momentos –cómicos o estimulantes– que de formar un todo coherente. Incluso teniendo algunos tramos sosos, tiene mucha munición.
Su extraña mezcla de personajes genera una buena cantidad de gags, algunos acertados y otros fallidos. No obstante, hasta el momento logra provocar suficientes risas gracias a la agudeza de su guion y a su humor absurdo, por lo que merece la pena darle una oportunidad.
El reino de los sueños se describe como un 'mundo sin consecuencias', pero en su ejecución se percibe la falta de una brújula creativa clara, generando una experiencia más desconcertante que mágica.
Un entretenimiento grande y lujoso. Es bueno, pero no magnífico. Una inversión perfectamente razonable para toda la familia que vale la pena ver, aunque no sea necesariamente una compra imprescindible.
Una comedia alegre para familias con niños pequeños. Al margen de eso, sin embargo, la magia que poseía esta franquicia comienza a desaparecer con esta tercera entrega.
A pesar de contar con una buena banda sonora y una producción ambiciosa, la película se siente como un episodio de una comedia clásica de Disney Channel, lo que la convierte en una obra notablemente mediocre.
Kristin Chenoweth como Maléfica destaca en cada escena en la que aparece. Las canciones son ingeniosas, la estética es lujosa y la premisa es tan interesante que resulta muy entretenida.