La constante difuminación por parte de Henenlotter de la línea que separa el terror de la comedia es uno de los efectos secundarios más perversos de su retorcida sensibilidad.
La película emblemática del modernismo en el cine representa una de esas experiencias cinematográficas de los años 60 que desafiaron todas las convenciones tradicionales de Hollywood.
Un examen feroz y a la vez sorprendentemente poético del instinto humano de supervivencia contra viento y marea, envuelto en la apariencia de una historia de fantasmas monocromática.
Parece que Craven perdió el rumbo en la realización de películas de terror. Da la impresión de que su intención fue eliminar todos los elementos que hicieron a la original tan inquietante.