Se trata de un debut impresionante y equilibrado de Le Bon, que deja entrever el talento que está por venir y ofrece una cálida aproximación a las dificultades crecientes del amor juvenil.
El guion presenta momentos de auténtica claridad y reflexión. Brühl se desempeña con confianza tanto en su papel de director como en su actuación, aunque sería deseable que aproveche su potencial para ser más ambicioso en futuros proyectos.