La cineasta Josephine Decker aporta su estilo teatral totalmente original al género juvenil, con una película que satisfará a los fans a la vez que despertará el interés de los espectadores ocasionales.
Comparte un virtuosismo estilístico con otra obra del mismo título y se centra en la desintegración interna de una mitología británica principalmente blanca y de clase media, aunque fue dirigida por dos personas no blancas.
La película presenta diálogos poco acertados y una construcción psicológica básica. Se enfoca más en la terapia como práctica que como un campo científico serio.