Vera es como hacer zapping entre 'Hot Fuzz', un drama incómodo de Michael Douglas de principios de los 90 y las secciones más exageradas de 'Interstellar'.
Es una aproximación conmovedora y franca a la soledad de la fe, así como a la falta de fe, cuyos horrores resultan extraños en contraste con la preciosa producción.
En general, resulta un poco excesiva y prolongada. Sin embargo, lo que tenemos es un jamón curado con miel, algo confitado y lo suficientemente sabroso para disfrutar un buen rato.
Los primeros 20 minutos son una desconcertante delicia: un noviazgo a una edad tardía que es más romántico y convincente de lo que uno podía esperar. Colin Firth ofrece una interpretación de gran complejidad emocional.
Turturro ha otorgado a Allen su mayor y mejor oportunidad en años: el papel fue creado especialmente para él y está repleto de posibilidades, con sus tiernos lamentos y sus ingeniosas payasadas.
El golpe clave de Whedon radica en haber dirigido una excelente versión de la obra. Su oído para la comedia es notable; abandona estratégicamente los gags que no funcionan y demuestra habilidad para las ocurrencias y el deseo de utilizarlas.
Las interpretaciones son malas, la misoginia es evidente, pero el peculiar destello de creatividad al estilo de 'Shaun of the Dead' logra que se le perdonen esos defectos.