Es una película realmente instructiva sobre política sexual, aunque notable por dejar en gran medida las emociones sin resolver y las relaciones hechas un caos.
Dash concibe una obra de arte que es tanto una investigación cinematográfica como un reto para mitificar épocas pasadas, además de ser una lección de historia ancestral.
Lo mejor del director Adam Wingard es su envidiable habilidad para expresar los sentimientos intensos de sus personajes a través de la conexión entre imagen y banda sonora.
Esencial en la narrativa contemporánea, esta película logra capturar la esencia de sus personajes de manera profunda. La dirección es impecable y la actuación, sobresaliente; cada actor aporta una dimensión única a la historia. Sin duda, una obra que invita a la reflexión y que se queda con el espectador mucho después de verla.
Puede que sea algo fallida y desordenada, pero también se acerca a ser una contribución esencial para comprender la importancia de la vida y la obra de Argento.
Parece diseñada para mostrar a Gainsbourg como una hija preocupada que ha hecho un esfuerzo por entender los miedos, los deseos y la vida de su madre. Y en el proceso, nos aparta de Birkin.
En los momentos de charla, entre los eventos trascendentales de la vida, es donde se halla la verdadera vitalidad. La obra nos muestra que la conversación, ya sea hablada o cantada, actúa como un poderoso liberador.
El interés persistente de Chaplin en la yuxtaposición de tecnología y tradición da profundidad a la calidad de las convicciones de la película complicando el patrón convencional y melodramático.