La segunda película de Gaghan aborda un tema complejo y poco claro. Es exigente y, en algunos momentos, resulta confusa, por lo que requiere de una atención total por parte del espectador.
Eastwood narra la historia con un ritmo pausado y un estilo austero. Su enfoque es sutil y efectivo, capturando la esencia de los personajes y la trama. El filme se asemeja a una mariposa que despliega su belleza con delicadeza, pero también tiene la capacidad de causar un impacto contundente.
Siéntate para disfrutar de la impresionante fotografía de James Wong Howe y la vibrante banda sonora de jazz de Elmer Bernstein. La película presenta diálogos incisivos que resaltan la calidad del guion.