En 'La estrella azul' conviven el humor y la melancolía. Un retrato armado desde la admiración, que desdibuja los límites de la ficción y reflexiona sobre el valor de la creación, ya sea esta musical o cinematográfica.
Ostenta el valioso logro de ser a la vez un manual para afrontar las pérdidas y un honesto retrato de la juventud de hoy. Una preciosa lección sobre el poder del relato fílmico capaz de restituir la identidad a aquellos a quienes se les había negado.
Es una apasionante ópera prima que en su tramo final alcanza un culmen visual y narrativo, un desenlace donde converge toda la fuerza de un relato que desvela los mecanismos de la desesperación.
Tiene su mayor atractivo en el punto de vista elegido. Una producción de tintes costumbristas que se apoya en el humor pícaro, desinhibido y picante para colorear en gama de grises la 'glamurosa' España del Caudillo.
Se viene abajo en su tramo final, quizá por refugiarse en una autoconsciencia que confunde el misterio con lo inverosímil (...) deja que lo críptico se apodere de la narración para volverse convencional y previsible.
Adolece de una agotadora lentitud que vacía de contenido un relato que no parece querer despegar. Las emociones, en vez de fluir libremente, se ven comprimidas, ocultas tras la indiferencia y el tedio.
Una reflexión intrigante sobre cómo operó el confinamiento, mostrando una tendencia hacia una comedia que actúa como una válvula reguladora, aliviando tensiones.
Con la energía intensa y caótica de Guy Ritchie, la dureza y violencia de Matteo Garrone, y el talento visual de Alejandro González Iñárritu, Akaki Popkhadze hace una entrada triunfal en el mundo del cine con su primer largometraje.
El cine es para Elorza una forma de capturar la esencia de la vida y de dar forma a diversas identidades. Transforma lo habitual en algo extraordinario, conectando el pasado personal de cada individuo con el presente.