Un thriller excepcional y un biopic digno sobre un héroe real. Este trabajo marca un impresionante debut para el guionista Graham Moore y representa uno de los momentos más destacados en la carrera cinematográfica de Benedict Cumberbatch.
Se enfoca más en una reflexión sobria y melancólica que en las escapadas frenéticas. Sin embargo, logra atrapar por completo y sus explosiones bélicas transmiten una impactante veracidad.
Alan Taylor maneja la acción de manera espectacular, al igual que en 'Thor: The Dark World'. Sin embargo, el guion se siente repetitivo, con una constante carga de armas, persecuciones y diálogos poco inteligentes.
Como un buen cuchillo de carnicero, es consistente, sólida y aguda - un efectivo equipo entre director y estrella que ojalá sera la primera de una nueva saga cinematográfica.
'Iron Fist' aporta un toque interesante a la vida diaria de los Defensores del Universo Marvel, aunque se siente falta de un mayor encanto en las escenas de kung fu que el productor Buck decide mostrar.
Ahora Jack parece más una figura rutinaria que un ser humano. Su historia, aunque aborde el mismo terreno que la original de 2003, carece de la chispa y el espíritu que caracterizaban a esa película.
No es el drama histórico que uno podría anticipar de Scott, aunque esto no es necesariamente negativo. Su enfoque de triple perspectiva puede poner a prueba la paciencia del espectador, pero al menos otorga la última palabra al personaje adecuado.
Una visión interesante de una historia conocida y un encomiable acto revisionista, aunque finalmente no ofrece lo que promete. Phoenix no está convincente en el papel de Cristo.
Gomez-Rejon conserva el estilo visual que mostró en 'Me and Earl'. Sin embargo, es una lástima que la narrativa no sea más directa, prefiriendo en su lugar utilizar diferentes puntos de vista.
Una incorporación interesante al género del terror para toda la familia. Ofrece el atractivo visual de las aventuras de los años 80 de Amblin, aunque no logra capturar su singular estilo narrativo.
Adulta pero no demasiado seria, repleta de acción sin caer en lo juvenil. No solo es la película de Robin Hood, sin melena, que hemos estado esperando durante décadas, sino que también se trata del trabajo más entretenido de Ridley Scott y Russell Crowe desde Gladiator.