Andy DeEmmony dirige una película que parece estar en piloto automático, sin un enfoque claro sobre quiénes son los personajes o cuál es la verdadera trama.
Los placeres que ofrece el film son muchos y se asemejan a una velada en un bar con amigos, donde la conversación fluye de manera natural entre lo mundano, lo fascinante, lo hilarante y lo melancólico.
Un extraordinario debut en el largometraje (...) el método de Hertzfeldt le convierte en uno de los más fascinantes y disfrutables directores americanos contemporáneos.
Es una obra fantásticamente elaborada de fragmentos de animación sazonados con momentos de humor seco y un final desgarrador que le da a la película su mensaje.
Ocasionalmente lastrada por ardides y una cruda lógica interna que no soporta un escrutinio de cerca, funciona mejor como un thriller de género enervante y de clase obrera
Las localizaciones son excelentes y Lamberto Maggiorani ofrece una actuación notable. Sin embargo, el enfoque desenfadado en las metáforas resta profundidad a los detalles, resultando en una observación más superficial.
La conexión entre las dos narrativas es enigmática. A pesar de ser su ópera prima, demuestra una gran confianza, audacia y una propuesta conceptual realmente ambiciosa.
La película plantea una reflexión sobre el verdadero conocimiento que tenemos de nuestros enemigos, y lo hace de manera impactante, especialmente en su inquietante plano final.
Te costará no golpearte el pecho y gritar después de ver la emocionante, aunque demasiado amable lectura de Kazan del claustrofóbico estudio sobre la pasión de 1951 de Tennessee Williams.
Es la obra maestra de Lubitsch, una combinación impecable de su distintivo estilo de grabación, con ocurrencias magistralmente estructuradas y un realismo revitalizante.