Aunque todos los ojos estarán puestos en los cachorros, no se debe pasar por alto las actuaciones de Grodin y Bonnie Hunt, así como la villana en un estilo similar al de Cruella, interpretada por Debi Mazar.
Dirigida con la honestidad implacable que caracteriza a la obra de Lucian Pintilie, esta película contemporánea deja una profunda impresión. Su interpretación es impecable.
Un relato sencillo y elemental que hace que romper el corazón parezca lo más fácil y natural que un cineasta puede hacer a su público. Lo cual, por supuesto, no es.
Las actuaciones son sólidas, las imágenes son competentes y la banda sonora es efectiva. Pero Rumley no tiene los recursos ni la amplitud de miras para hacer justicia a su ambición.
Al evitar de forma decepcionante los temas más potentes que plantea, podría ser un retrato ligera de la Bella Francia. Pero su tierno encanto es casi irresistible.