Es una película de crecimiento. Equilibra por partes iguales emoción y humor: cuando parece que va a volverse empalagosa, aparece una salida ácida para evitar el derrape.
Se trata de un documental fascinante y atípico. Perut y Osnovikoff logran crear una progresión dramática al entrelazar la rutina de los dos perros con las conversaciones de los skaters.