Es un film que se ve con una sonrisa permanente que a veces explota en carcajada, lo que siempre es bienvenido. Y todo lo que tiene que ver con la dirección de arte, la fotografía y muy especialmente la banda sonora no tiene desperdicio.
Sin la fuerza del clásico de Philip Kaufman "The Right Stuff" sobre la carrera espacial, esta nueva producción resulta ser muy interesante y digna de recomendación.
Se disfruta mucho, empezando por la formidable actuación de la protagonista (y de todo el cast), la fotografía y la hermosa música de Alexander Desplat.
Este impactante melodrama de terror evoca a 'Psicosis' y a películas sobre fantasmas, ofreciendo giros inesperados que mantienen al público al borde de su asiento. Sin embargo, en ocasiones se toma su tiempo en escenas que resultan menos cautivadoras.
La música de Jóhann Jóhannsson presenta pasajes bellísimos y, además, el director la emplea de manera muy efectiva, combinándola en momentos culminantes con imágenes realmente creativas.
Los sólidos Mortensen e Isaac dan sentido a la trama, mientras que la fotografía de Marcel Zyskind resalta la belleza de las locaciones y la música del vasco Alberto Iglesias aporta tensión.
Lo interesante del guión basado en sucesos reales es la perspectiva que ofrece sobre la vida familiar de un asesino profesional cuya esposa comparte toda su vida con él sin sospechar la verdadera naturaleza de su trabajo.
En relación con sus mejores películas, 'Cry Macho' es bastante tenue, pero se deja ver más allá de sus ingenuidades y altibajos argumentales. Después de todo, es otra película de un icono como Clint Eastwood.
La recreación de los grandes clásicos de Queen es formidable, y el antológico diseño de sonido ayuda a convertirla en una de las grandes películas de rock.
Aquí está el único punto interesante de esta nueva versión: la fusión entre el ballet avant-garde y el terror gráfico y gore, que es convincente y le da un nuevo sentido a esta “Suspiria”. Pero, casi todo lo demás casi nunca llega a convencer.
La película se detiene en diálogos que intentan humanizar a los terroristas. Estos y otros detalles del guión reducen la tensión y el suspense del episodio verídico, transformándolo en un asunto más discursivo y tedioso.
La actuación de Annette Bening como Grahame es extraordinaria. Luego, el rubro que eleva el nivel es la impresionante fotografía de la polaca Urszula Pontikos.
Hay imágenes atractivas, y también algunos momentos esteticistas en los que el director parece querer aprovechar que la acción transcurre en Italia para copiar clásicos de Bertolucci. Pero más allá de esos detalles es un film digno de verse.