Las escenas de acción en esta película, que aborda de manera poco común la lucha contra el poder talibán, están excelentemente filmadas. Sin embargo, el constante patriotismo presente disminuye el atractivo de la narrativa.
Los espíritus de 'Extrañas apariciones' no asustan demasiado, pero la historia es realmente interesante, y al menos hasta avanzada la mitad del film está bien narrada.
Una vez que el espectador inexperto pueda reemplazar el béisbol por otro contexto, la trama de un individuo que logra realizar milagros con un escaso presupuesto se torna cautivadora.
Sin ser un film del todo fallido,'El conspirador' tampoco es una obra realmente lograda, pero de todos modos los interesados en temas históricos deberían echarle una ojeada.
Cada una de las escenas de acción ferroviaria son magníficos ejemplos de eficacia cinematográfica y, también, una materialización de aquel dicho de Orson Welles: «hacer cine es como jugar con el trencito más caro del mundo».
La idea de esta película es de esas que se suelen publicitar como «le hará reír, le hará llorar», sólo que en este caso hace reír bastante poco, y en cambio las espectadoras propensas a la catarsis cinéfila podrán competir a ver quién llora más.
Hay muchos espacios en blanco que la directora apenas explora. Lo mejor es la calidad técnica de la restauración del viejo material de archivo del film y las series.
Eastwood pone toda su pericia y rigor formal en las escenas bélicas que son muchas y llenas de adrenalina y con muchos detalles nunca vistos en un film bélico.
La película presenta unos 40 minutos de notable clima policial, lleno de suspenso y una ambientación de época muy creíble. Sin embargo, el resto se siente como un leve intento de film biográfico sobre el soberano de la coca, con momentos que tienden a ser excesivamente sentimentales.
Evans interpreta con talento y convicción a la especie de superhéroe oscuro que sacrifica su humanidad para adquirir poderes sobrenaturales que le permitan defender a su pueblo del imperio turco en una versión de Drácula diferente.
Los conciertos de 'Believe' están muy bien filmados, pero casi todo lo extramusical (los backstages, la preocupación por cuidar a su público, los agresivos paparazzi) es inverosímil.
Para ver a Marley y los Wailers hay que esperar casi una hora, pero vale la pena porque la música está integrada en todos los demás aspectos de este ícono del siglo XX.
Más allá de su talento, que sostiene todo el film, la caracterización de Daniel Day-Lewis se siente un poco estereotipada, y la actuación de Sally Field tiende al sobreactuado. El resultado es un filme excesivamente serio y poco dinámico.
Madonna comete el error de enfocarse en una pareja contemporánea en lugar de narrar la historia de Eduardo VIII y Wallis Simpson. Cuando finalmente lo hace, la película se vuelve considerablemente más interesante.
El director Jon Chu se divierte y también logra divertir al espectador con un lujoso y, en ocasiones, hilarante despliegue de mansiones, vestuarios, joyas, autos y fiestas extravagantes.