Pese al enorme potencial de su trasfondo emocional, no alcanza el grado de intensidad de afecto que uno espera en este tipo de obra. No lo hace mal, pero no lo suficientemente bien.
Sus crímenes carecen de la brutalidad de figuras como Ted Bundy o Ivan el Terrible, y no son tan extremos como los de Joe Exotic. Sin embargo, su relevancia radica en ser más realista y accesible que muchas otras historias.