Un desastre perezoso, desagradable y poco divertido. Los espectadores seguramente se sientan igual que los personajes: perdidos, confundidos, decepcionados y desesperados por terminar.
La secuela resulta ser una película caótica, monótona y fácil de olvidar, lo que la convierte, curiosamente, en la continuación ideal de la original, que también tiene sus propias fallas.
Es tan deficiente que su simple aparición en las salas de cine parece ser fruto de un complot entre bastidores, originado por una obligación contractual.