Teemu Nikki ha logrado crear una metáfora cinematográfica para la política mundial contemporánea llena de desarrollos argumentales inesperados y una visión sorprendentemente reflexiva sobre la moral personal.
Una de las mejores secuelas de terror que recuerdo. La dirección de Brice es impecable y no presenta defectos. Akhavan ofrece una actuación excepcional.