Para quien busque un drama de época distendido un domingo por la noche, este está bien. Sin embargo, es una verdadera lástima que su historia real de extraordinaria valentía se pierda entre la ostentación y la frivolidad.
Diálogos desternillantes, disparatados, mordaces, brutales y perfectamente ejecutados que ponen de manifiesto tanto la brillantez del equipo de guionistas como la increíble habilidad de los actores de la serie.
Estas imágenes son, como siempre, una delicia, sobre todo cuando las secuencias se unen a la relajante voz de Attenborough y a una partitura orquestal compuesta por Zimmer.
Es una experiencia desgarradora que no se vuelve excesiva, actuando como una montaña rusa emocional que captura la esencia de lo que era vivir en Ámsterdam en ese tiempo.
Green resulta convincente, pero se siente decepcionada por una serie de situaciones poco creíbles. Aunque son detalles menores, si se profundiza en ellos, es probable que el espectador pierda gran parte de la tensión de la trama.