Un documental para cualquier mujer del cine que alguna vez haya querido, aunque fuera por un momento, lanzar una granada al canon. Nina Menkes tiene la munición.
Una experiencia devoradora e inquietante. Es formalmente provocativa y temáticamente insistente, cubierta de elementos propios del terror y tintes religiosos. Una obra original, muy poco convencional.
Jenkins y su equipo logran dotar a la serie de una estética y sofisticación excepcionales. Sin embargo, esta labor cuidadosa no impide que la trama narrada sea extremadamente despiadada.
Es, en todos los aspectos, demasiado. Demasiado larga, demasiado calculada, demasiado talento, demasiado sobrecargada, demasiadas cosas pasando a la vez.
Una experiencia profundamente conmovedora en su conjunto: una odisea que requiere el compromiso del espectador, pero que resulta constantemente esclarecedora y satisfactoria.
Con Kidman como productora ejecutiva, la serie puede percibirse como un ejercicio de vanidad. Esto podría no ser un inconveniente para todos los espectadores, aunque algunas de las sutilezas del libro se han visto sacrificadas en el proceso.
Los ames, los odies o los detestes, el punto de Kneecap es que genuinamente no les importa - tómalos como son. Para muchos, eso es demasiado. Para muchos más, sin embargo, solo los hará aún más atractivos.
Para Chazelle, la historia sirve como un punto de partida para desarrollar una moderna rapsodia. Emma Stone y Ryan Gosling son, sin duda, una elección ideal para los papeles.
Larraín emplea una estructura narrativa clásica, incorporando elementos de estilo operístico, para presentar una película que, aunque puede ser predecible, realmente vale la pena disfrutar.
La combinación de elementos resulta inquietante, tal como busca el director. Esta película, conmovedora y extraordinariamente intensa, retrata la violencia en el hogar y la obsesión, haciendo que el espectador sienta el verdadero terror de estas situaciones.
La serie presenta una insostenibilidad en sus sketches absurdos que apenas logran formar un todo. Se siente un ritmo alegre y poco convencional, con gags constantes y varias interpretaciones que destacan por su singularidad.
No hay nada como una buena historia bien contada. Andreas Koefoed usa todo el brillo de su experiencia - y de su equipo técnico - para contar el excelente relato del Salvator Mundi
A medida que la serie avanza, se hace evidente que las narrativas de McQueen trascienden el pasado. No son solo relíquias históricas, sino que representan un presente que sigue vivo y vigente.
Unas memorias crudas y tiernas. El espíritu de tantas personas que se perdieron impregna su obra. Realmente no tenían a nadie más que las unas a las otras, y ese amor todavía brilla.