Las contribuciones creativas provienen de Minnelli y Cecil Beaton. La mezcla de estos dos destacados visuales resulta abrumadora. Los actores intentan, sin éxito, adoptar un estilo más francés que los propios franceses.
Polvorienta pero feroz, con sobreactuaciones descontroladas y poco sentido del ritmo cómico. Cary Grant (...) hace una interpretación particularmente horrible (...) Es extraña, pero no maravillosa.
El opulento sentimentalismo victoriano de Chaplin se hace más digerible gracias a sus habilidades como mimo y a la presencia equilibrada de la cruda realidad.