Hay que esperar al capítulo 4 para darte cuenta de que estás viendo una serie muy diferente a lo que creías. Es una serie mucho más interesante que recoge el espíritu de las grandes obras de fantasía. Definitivamente, merece la pena.
HBO vuelve a superarse con 'Chernobyl', una serie que te sumerge en el epicentro del desastre nuclear. Captura con una veracidad casi documental la gestión de la tragedia, lo que resulta en una experiencia profundamente impactante.
Mikkelsen consigue que te olvides de Hopkins con su magistral interpretación de Lecter. Es una serie audaz, desmesurada e hipnótica, en la que el canibalismo y la tortura, tanto física como psicológica, pueden igualar en belleza al amor más hermoso.
Se centra más en el cluedo para descubrir quién está asesinando a los protagonistas que en el humor negro de Wes Craven. Pero funciona muy bien como renovación millennial del género slasher.
La trama es un clásico que siempre da juego. Hay niños inquietantes, espíritus vagantes, pasillos, escaleras y sótanos. Se presenta un ambiente inquietante de calidad, con mayor énfasis en el drama familiar que en los sustos ocasionales.
Son historias clásicas recreadas con más o menos pericia utilizando los recursos básicos del cine de terror. Cada capítulo dura apenas 20 minutos, como el último tramo de 'Cuarto Milenio' con un poco más de presupuesto.
Monta una trama con el sello lejano de Guillermo del Toro y serias dificultades para mantener el interés y el sentido. Solo para devotos vampíricos con tiempo libre.
La influencia de J.J. Abrams es evidente en el desarrollo de la trama, que evoluciona más allá de las múltiples referencias a Stephen King, para adentrarse en un misterio más amplio que abarca toda la historia.
