Es conmovedora y grandiosa esta película. Cumple con estándares donde el género no siempre califica. Cuenta una historia, perfila un personaje, entrega información, ayuda a entender un mundo que se vuelve entrañable incluso a quienes se nos escapan muchas de las oscuridades del rock.
Revelador. En el fondo es una reflexión sobre las falsificaciones del cine no muy distinta a la de 'El ocaso de una vida', la obra maestra de Billy Wilder.
LO mejor- hay un cineasta lo bastante maduro para dar cuenta -como le gustaba a Renoir- que todos los personajes tienen sus razones, que aquí nadie es héroe ni villano por anticipado.
La película no logra convencer del todo, ya que nunca queda claro si [Denis] la creó para acompañar a su protagonista o si su intención es mostrar lo desorientada que está en sus simples fantasías románticas.
Pocas veces he visto tanta bobería y tantos lugares comunes juntos -y además tan largos- como en esta historia de papá buena onda y supuestamente divertido e hija deshumanizada, fría, calculadora y canalla.
Su deshonestidad básica radica en hacer de los personajes pobres y tristes cucarachas al servicio de un espectáculo que se pretende divertido, audaz, puntudo y demoledor. Pero la verdad es que es aburrido, ramplón, reiterativo y cretino.
'The square' se encuentra ligeramente por encima de los estrenos convencionales. Es sorprendente que haya obtenido el premio en Cannes. Sin embargo, mi opinión es que no lo merece. La nueva obra de Ruben Östlund genera más revuelo que sustancia.
Quizás lo que más molesta de La llegada no son tanto sus aspavientos de película seria como sus aspiraciones de trascendencia en definitiva muy ramplona.
Su teorema sobre la egolatría, la envidia y la usurpación es más relevante que nunca. La obra revela un profundo entendimiento de los códigos del mundo femenino, sin hacer concesiones, puesto que esto es una característica intrínseca de la condición humana.
Recoge probablemente la majestad visual en pleno del cine de Welles. Pero se da vueltas hasta lo indecible tratando de encontrar un eje dramático, de distinguir la paja del trigo, de conectar emocionalmente con los personajes.
Es asombroso que un cineasta de 77 años continúe explorando nuevas direcciones en su obra. Además, demuestra un juego interesante con las tensiones y discrepancias entre la realidad y la ficción, al igual que muchos de los discursos más provocadores en el cine y la literatura actuales.