La bellísima y discreta interpretación de Sydney Sweeney, unida a una realización estilísticamente minimalista, dan lugar a una pieza de cámara escalofriante y convincente.
La propuesta en primera persona de Steven Soderbergh es una valiosa exploración. Este inquietante drama familiar transforma el género de terror al añadir una profunda empatía, ofreciendo una experiencia emocionalmente resonante.