El estilo de McCarthy es clave para el impacto de la película. Crea una historia fascinante y cautivadora, culminando en un final que deja al espectador satisfecho.
Un drama que se siente superficial y ordinario, con algunas canciones que no logran destacar. La historia carece de elementos memorables y se extiende más de lo necesario.
Alabada por la crítica al momento de su estreno, esta película fue muy apreciada por el público. Ocho décadas después, sigue apareciendo en las listas de los ganadores más cuestionables de los Oscar.
Ofrece poco más que una buena dosis de decepción. Se puede ver, pero no perdurará nada al respecto, excepto quizás la sensación de que, con un guión más pulido, podría haber sido significativamente mejor.
La historia, aunque simple, se entrelaza de manera efectiva. Woo demuestra su maestría en este género, logrando una narración que cautiva al espectador.
Craven ha logrado recuperar la auténtica esencia del miedo en la franquicia, principalmente al situarla en un contexto novedoso y al ofrecer a los actores un guion sólido que les permite brillar.
Da la sensación de que podría ser una joya perdida: una película de terror que se mantiene fiel a sus raíces indie al tiempo que genera suficientes sustos como para justificar una recomendación a los aficionados al género.
Hasta aquellos que no suelen disfrutar de las producciones de época hallarán satisfacción al apreciar las ingeniosas maniobras de Valmont, interpretado por Malkovich, y la astuta Merteuil, encarnada por Close.
Fracasa en parte porque lo que aparece en pantalla es flojo, pero también da la sensación de que sus ideas arbitrarias podrían haber logrado una experiencia mucho mejor y más satisfactoria.