La teatralidad de De Niro disminuye las sutilezas de los demás actores y convierte lo que podría ser una película entretenida en un verdadero test de resistencia.
Un guion poco elaborado que se deshace rápidamente, unos valores de producción de baja calidad, una dirección plomiza y un final apologéticamente basura no valen el precio de una entrada de cine.