Tiene todo lo que podrías imaginar de una atracción de 'casa del terror'. Tiene ladrones, murciélagos, telarañas, esqueletos, un monstruo adorable, una gruta subterránea y un tesoro escondido por algunos de los piratas más amables que jamás hayan existido.
Trata de abarcar tantas cosas que sus transiciones son bruscas, sus escenas a menudo no están desarrolladas y los motivos de sus personajes no son claros.
Este material marca un antes y un después en la carrera de Eastwood, y deja patente que sus ambiciones como director han superado ampliamente a las que tenía como actor.
La película no es tanto un estudio del personaje de Parker como un tributo y un homenaje a su persona. El retrato que ofrece, aunque a veces muy disperso, es digno de admirar por parte de sus aficionados acérrimos.
La estética de Hollywood, con su superficialidad intrínseca, abruma a la realidad dolorosa y sórdida en la que supuestamente se centra esta historia admonitoria.
Lo que hace que las escenas sean algo más que simulaciones de conciertos es la manera extraordinaria en que Lange se conecta con la música, lo que otorga una intensa dimensión al film.
Una película inteligente, entretenida y llena de suspense. Es uno de los mejores papeles de Newman, y su actuación se destaca por ser astuta y sustancial.