Scott logra simplificar la percepción de los convencionalismos en esta enérgica y vibrante combinación que, aunque está cargada, resulta casi siempre placentera.
Se esfuerza por ofrecer una experiencia visual y emocional. En este sentido, a pesar de su falta de ambición, tiene una estética cautivadora que la convierte en una magnífica opción de escapismo en un entorno acuático.
La película está bien construida, superando a muchas del mismo género, y si logras pasar por alto algunos problemas de credibilidad, te resultará cautivadora.
La película cuenta con paisajes atractivos, pero carece de la magia y el encanto necesarios. Además, la conexión entre la estadounidense decepcionada interpretada por Meg Ryan y el enigmático francés de Kevin Kline es casi inexistente.
Esta vez, elegir a Sharon Stone como la víctima en lugar de la seductora resulta ser una decisión poco inteligente y de mal gusto en comparación con 'Basic Instinct'. Sin embargo, carece de la diversión y el absurdo que caracterizan a la película original, además de no ser en lo absoluto sexy.