Como obra de época, es extremadamente auténtica, pero no parece desfasada. El director de fotografía Barry Ackroyd logra retratar el pasado con frescura y atención al detalle.
Está basada en un suceso histórico fascinante. Sin embargo, la narrativa y la dirección carecen de originalidad, aunque los elementos del drama humano destacan.
Está diseñada como una experiencia enigmática que tiene que ser absorbida, sentida, descifrada, asociada a otras cosas y reconsiderada mientras se está viendo.