La parodia se presenta con un humor agudo y un ritmo fluido. No es un filme fallido, pero al reflexionar sobre los pequeños gestos del director que se han desvanecido, resulta inevitable extrañar los elementos que emergían de la energía de lo íntimo.
Una película llena de grandes ideas que, precisamente por correr esos riesgos, acaba generando muchos problemas. Es interesante que Todd Phillips haya tenido que alejarse tanto del personaje para encontrar la forma más brillante de ponerlo en pantalla.
Un largometraje incisivo, oscuro, más contenido de lo que su apabullante cuidado formal pueda sugerir y que convoca a los muertos para descubrir a través de las imágenes todo aquello que estos se llevaron consigo.
Sería importante hablar del ritmo vertiginoso que ha construido la comedia española, de los diálogos audaces, de su espontaneidad y del espacio generoso que se le otorga a las intérpretes La película tiene además la valentía de lanzarse a los rincones más oscuros del relato