El guión apresurado se apoya en los gags que, por repetidos, terminan por hartar hasta a los mejor dispuestos. No cuenten conmigo, no me hace gracia este tipo de humor, que resulta obvio y fácil.
Un plano hipnótico que conjuga industria y naturaleza, metal, agua, aire y luz, y mueve a una reflexión sobre la modernidad, la luz y el fluir del tiempo.
La directora Maria Sole Tognazzi logra lo mejor de su film gracias a la actuación de Buy, siempre en cámara y totalmente convincente. Es una pena que la historia evite ir más allá.
Es una comedia entrañable que, a diferencia de las películas anteriores, no aborda ningún tema en profundidad, sino que presenta varios relacionados con las relaciones interpersonales.
Un elenco impresionante acompaña a una película que juega con las emociones del espectador a través de la intensa pasión y la angustia del protagonista, complementada por la inquietante música de Bruno Coulais.
Mucho más que un mero documental sobre cartoneros, este film se adentra a partir de una puesta en escena rigurosa en el universo cotidiano de unos chicos de un barrio carenciado.
El protagonista es cautivador y la dirección de arte, así como el montaje, se alinean perfectamente con la historia. Se incorpora un uso impactante de imágenes gráficas, fragmentos de sus poemas y breves narraciones, lo que añade una interesante experimentación visual.