Ferrara dirige con una energía que hace que la película, de aproximadamente dos horas, se mantenga interesante. Un retrato fascinante de una especie de lobo de Wall Street.
Esta fábula tan bien estructurada puede que se centre en un dolor concreto, de un niño concreto, en un momento concreto en el tiempo, pero explota cada fragmento de su premisa hasta conseguir un conmovedor atractivo universal.
La falta de forma de la película sugiere que la directora está buscando una historia, aunque también parece estar profundamente enamorada de su elenco, lo que le impide descartar algunos elementos.
Los personajes parecen auténticos y las interpretaciones de los chavales son muy naturales y espontáneas, pero sus chirriantes cambios de tono no permiten que se asiente en un ritmo cómodo.
Su mayor logro es que captura cómo incluso en los días aparentemente más insignificantes de tu juventud hay sucesos que, aunque pase el tiempo, te marcan para siempre.
Sono está investigando varios lenguajes cinematográficos en este momento y, en ese sentido, 'Tag' se presenta un poco primitiva en la superficie, aunque contiene algunos elementos inteligentes.
El guion de Erin Dignam es realmente exagerado, salvo en los momentos en que resulta aburrido. Todo está tan poco desarrollado que no logra despertar el interés del espectador.
Su evocadora conclusión es un eco incisivo y maldito entre realidad y ficción, y una instantánea de la resignación y la injusticia que resisten como la nieve caída.
Carece de profundidad y resulta tediosa. 'Brad’s Status' parece ser una película creada por personas que, en realidad, nunca han experimentado, ni de cerca ni de lejos, lo que viven los personajes.
El gran cine permite a los espectadores encontrar su propia conexión con el pasado. Es una cualidad que está presente en las mejores películas de guerra, pero lamentablemente, este elemento se pierde en 'The Promise'.
A la hora de la verdad, el drama no es tan electrizante. 'Borg/McEnroe' arroja luz sobre los sacrificios necesarios para lograr la grandeza. Es una pena que la película no tenga la misma ambición.
Hará que desees experimentar la satisfacción nostálgica de escuchar al comentarista de 'NBA Jam' gritar 'Boom-shaka-laka' tras un mate impresionante, o de arrancar la columna vertebral de tu oponente en 'Mortal Kombat'.
El enfoque de Jonas Åkerlund es decepcionante ya que se siente distante y desconcertante. 'Lords Of Chaos' parece estar más centrada en el espectáculo que en la esencia de la historia real.
Tal vez no sea un visionado esencial, pero la novedad de poder verlo en vivo y en director puede que sea algo imprescindible para sus aficionados acérrimos.