La parte final es inolvidable porque, por un momento, deja de tratarse de un estudio sobre la adicción para abordar algo más personal, profundo y traumático. Cuando todas las piezas encajan, la película te atrapa.
Tiene ideas atrevidas y cierto ingenio pero apenas se expanden. Su ritmo es malo y la conclusión es demasiado pulcra, lo que hace que el tramo final parezca apresurado.
Emma Seligman desarrolla con maestría su cortometraje galardonado. Danielle se presenta como un personaje que logra generar una conexión significativa con la audiencia.