Una de las películas de mente más retorcida jamás realizadas, que me dejó en una disyuntiva entre aplaudir o sentir náuseas. Un espectáculo de terror insólitamente perturbador.
Algunas risas, muchos agujeros en 'Drillbit'. Tratando de mezclar farsa con corazón, es tan comovedora como Kenny G y tan extravagante como la televisión pública norteamericana.
La película de Carney es la juventud personificada, loca e incontrolable; en varios momentos, es tan exuberante como 'The Commitments' y casi tan emocionante como 'Once'.
Un drama que refleja la percepción que puede tener una persona mayor sobre los jóvenes. Es una recopilación algo aleatoria y excesivamente solemne de los recuerdos de los veranos adolescentes.
La 'salvaje' película universitaria 'Noche de marcha' parece estar dirigida a un público con un coeficiente intelectual muy bajo. Sin embargo, el hecho de que una comedia sea tonta no significa que sea divertida.
Un gran poder conlleva la responsabilidad de hacer una película decente, pero la fuerza misteriosa que habita en 'Chronicle' es el poder de superapestar.
Le cuesta demasiado arrancar y no tiene un final propiamente dicho. Pero entremedias y por un buen rato, es un pequeño y tierno retrato de la fragilidad adolescente.
Un clásico juvenil para disfrutar con amigas, al igual que "Bring It On" y "10 razones para odiarte". Esta comedia estudiantil debería catapultar a la joven Brittany Snow, al igual que lo hicieron las otras con Kirsten Dunst y Julia Stiles.
'The Wrestler' ofrece una mirada cruda al mundo de la lucha libre, reflexionando sobre la lucha interna de los personajes. Por otro lado, 'Crazy Heart' brilla con una humildad excepcional, presentándose como una película íntima realizada con gran elegancia.
Cada escena tropieza con un inspirado detalle absurdo o una crujiente trocito de diálogo que encapsula el extraño sabor de autodestrucción de Chinaski.
Chinn ha creado una historia de madurez desgarradoramente real, evitando cualquier tipo de mensaje pedante y dando al público muchas razones para empatizar con los puntos de vista de los tres personajes.
Josh Radnor guarda un parecido con Woody Allen, aunque a falta de su talento. La película carece de momentos cómicos que alivien los silencios torpes que siguen a los intentos de brillantez de Radnor.
Escuchar una conversación de 105 minutos entre Ross y Joey de 'Friends' resulta poco atractivo. Presenta chistes groseros sin gracia y otros que son simplemente mundanos. En definitiva, no hay una razón clara de por qué deberíamos preocuparnos por lo que ocurre.