El mensaje de la película es muy valioso y presenta una perspectiva infrarrepresentada que no solemos ver, así que quizá merezca la pena soportar la incomodidad.
La conexión entre Coughlan y West, así como la ingeniosa crítica de la cultura pop y las redes sociales, junto con un enfoque matizado en las enfermedades mentales, hacen de esta serie una experiencia imprescindible.