La tragedia de 'El muerto cuenta su historia' radica en su resolución desafinada. Los momentos alegres que crea su director, Fabián Forte, se desploman cuando surge la seriedad.
'Deadpool 2' busca ser subversiva al mismo tiempo que intenta conectar con las desventuras del protagonista. El resultado es una película que a menudo se siente trivial, aunque cuenta con algunas cualidades estéticas.
Este filme no cae en la pedantería racional del thriller, pero tampoco elige la cabriola delirante. No estamos ante la maestría de Tarantino en 'Los ocho más odiados', pero se percibe una soltura que proviene de la experiencia.
Un producto deforme pero, sobre todo, libre y de imaginación insaciable. Es tan poderoso que la presencia autorreferencial de Raphael se convierte en un detalle secundario, un simpático accesorio entre miles.
'Nieve negra' jamás decae y convencerá a un público amplio. Darín y Sbaraglia ofrecen hasta el último fotograma matices alternativos para sus caracterizaciones.
El único sello distintivo del director es su regodeo tendencioso con la tortura física y psicológica. Fuera de ese rango no hay decisión estética novedosa.
Le falta la frescura de 'La gran aventura Lego', pero sí conserva el desenfreno posmoderno que hizo único al filme de 2014. Su guion es un enorme bloque subterráneo que logra conectar infinitas piezas absurdas.