A pesar de sus magníficos paisajes naturales y de la trepidante acción presentada en un impresionante 3D, 'El último lobo' se convierte en una alegoría ecologista familiar que no logra emocionar ni profundizar adecuadamente en su mensaje.
Dirigida por Jang Joon-hwan, esta obra combina un ardor humanístico con una profunda inteligencia. Es una representación cautivadora de cómo individuos valientes de distintos estratos sociales lograron movilizar a toda una nación.
La película presenta un retrato auténtico y conmovedor de Keng Teck, un padre de familia frustrado con un ego lastimado. A lo largo de la trama, su bondad se manifiesta en sutiles gestos de solidaridad hacia Terry.
Una visión cínica de la naturaleza humana, pero a sus personajes les falta dimensionalidad y profundidad psicológica. Aún así, la meticulosidad de la producción ha generado elogios entre la crítica.
La dirección de Lam ha adoptado un enfoque más mecánico y los personajes carecen de profundidad emocional. El guion presenta fallas significativas que dificultan la claridad en los objetivos, estrategias y su ejecución.
No logra presentar a su heroína de manera atractiva, resultando en una producción que parece un relato infantil de bajo presupuesto y monótono, poco probable que cautive a alguien más allá de los niños pequeños.
La obra pionera en el concepto del juego de la muerte entre adolescentes todavía conserva su crudo poder visceral y la provocativa reflexión sobre la lucha entre la adolescencia y la edad adulta.
El reinicio de Shinsuke Sato de la icónica franquicia carece de la intrincada lucha de astucias entre los adversarios que caracterizaba las dos primeras entregas.
Encantadora y desgarradora, esta película exquisitamente interpretada robará el corazón tanto a los amantes del cine de autor como a los espectadores más convencionales.