Cuando los efectos especiales no estorban, las escenas imaginarias de los niños tienen una calidad brumosa y resplandeciente, como si el potencial de una larga tarde sin deberes pudiera medirse en oleadas.
La fotografía es tan íntima y el relato de su reproducción está tan cuidadosamente integrado en una historia satisfactoria que los pingüinos se convierten en héroes de carácter épico.
La idea es prometedora, pero la ejecución es muy irregular, con el humor negro característico de Romero enterrado bajo la teatralidad y los diálogos crudos que se hunden como un globo de plomo.
Mi mitad cínica la odió, a pesar de la presencia de Lane, que es tan magnética que podía estar saltando por un campo, sin trama alguna, y aún así, ser fascinante.
Demuestra que las películas no tienen que estar sobrecargadas para entretener y enriquecer. Esta historia sobre la vida en un monasterio es a la vez profunda y simple.
Un ejemplo excelente de lo que puede lograr Hollywood cuando confía en un proyecto no convencional cuyo equipo creativo tiene una perspectiva diferente de la vida americana