El reparto, en gran parte desconocido, es excelente, los efectos especiales impecables, y Bayona tiene un gran talento para mostrar el espectáculo a escala humana. El resultado es inspirador, emotivo y, a veces, estremecedor.
Las películas de Kurzel son conocidas por su brutalidad, pero en esta ocasión la mayor sorpresa no es la tensión que se vive mientras la salud mental de Martin se degrada, sino la delicadeza con la que se presenta su historia.
Un arranque cautivador se transforma en una parte media más pausada, mientras que el desenlace intenso cierra la obra. Los logros son ambiciosos, aunque pueden no ser del agrado de todos.