Soderbergh comenzó a mostrar su capacidad como director. Aprovecha al máximo el talento de sus actores, logrando interpretaciones memorables que enriquecen la narrativa.
Los actores brindan actuaciones destacadas; sin embargo, el guion carece de la profundidad necesaria para aprovechar al máximo lo que podría haber sido una historia retadora.
Con una predecible historia principal, lo que podría haber sido una película del montón se eleva gracias a las interpretaciones estelares de Garcia, Thurman y, en particular, Malkovich.
La perspectiva de Malle sobre la obsesión erótica camina una delgada línea entre el drama intenso y la superficialidad. La película resulta ser, a veces, tanto cautivadora como ridícula.