Si eres padre y piensas que es una buena idea compartir con tus hijos algo que disfrutaste en tu infancia, por favor, muéstrales la versión original. Tanto tú como tu mente se lo agradecerán.
Es tan divertida y en ocasiones, brillantemente macabra, que la experiencia en conjunto es tan retorcida, repulsiva y definitivamente tierna como necesita ser.