Cae en los mismos defectos del Thor de Taika Waititi; abusa de un humor infantil que convierte al personaje en un payaso. Además, no logra articular un discurso narrativo sólido, quedando atrapada en la pirotecnia visual.
Entretenida pero poco original muestra de slasher en versión sueca, se queda lejos de ser la fiesta de terror que podría haber sido a juzgar por su comienzo.